martes, 18 de febrero de 2020

La conciencia humana: Ensayo de aproximación



¿Qué es la conciencia humana?
Desde un enfoque en la ciencia y la filosofía


Introducción.

La idea de hacer éste estudio surge cuando, en una de las tantas tardes en el café D`Val en el centro histórico de Guadalajara, leía un libro de cuentos de ciencia ficción acompañado de una deliciosa taza de café, rebajado y con leche. No recuerdo el título del libro, pero el recopilador platicaba en el prólogo acerca de la posibilidad de aprovechar la “marcha del tiempo” para obtener algún tipo de energía práctica, tomada de la idea de los hermanos Strugackij, en su viejo relato de ciencia ficción "El experimento olvidado". ¿Se pudiera capturar y almacenar tiempo en una especie de batería y que mediante algún otro proceso genere energía eléctrica e impulse un motor? Por ejemplo, tener una batería de tiempo que almacene 30 minutos @gravedad terrestre. O bien, una tubería donde fluya ese tiempo y produzca energía, como en el relato de ciencia ficción “La noche en que todo el tiempo escapó” de Brian W. Aldiss, relato de corte clásico y cómico, que trata de la instalación en los hogares del futuro de un tipo de sistema de aire acondicionado, pero que en lugar de aire hay un “gas del tiempo” que lleva a sus habitantes al tiempo pasado o futuro deseado.
Pero entonces, ¿Qué es el tiempo? Hagamos una distinción entre el tiempo objetivo y el subjetivo. El primero es el tiempo medido por objetos inanimados como los relojes, los cristales oscilantes y los materiales radiactivos, y hasta el presente siglo fue un acto de fe entre los científicos que, fuera cual fuese nuestro pensamiento, el tiempo objetivo corría a una velocidad fija, segura e inmutable. No fue el menor de los chascos ocasionados por la Teoría de la Relatividad, de Einstein, haber descubierto que esto no era cierto. La variabilidad del Tiempo es una consecuencia natural e inevitable del descubrimiento de Einstein, según el cual el Tiempo y el Espacio no pueden ser estudiados por separado, sino que son aspectos de una sola entidad que conoce como espacio-tiempo. Para cada cuerpo en el universo existe un orden de tiempo concreto que marca los sucesos en su contorno. Este tiempo puede llamarse “propio” de ese cuerpo. En la tierra todos nosotros permanecemos muy próximos unos a otros, los tiempos propios de los seres humanos coinciden y se pueden agrupar en el llamado tiempo terrestre. Por tanto el tiempo absoluto no puede tener significación física alguna.
El segundo es el tiempo experimentado o captado por la mente humana, que parece ir mas de prisa o con mayor lentitud según el estado de actividad mental, dentro de ciertos limites y su percepción depende, en gran medida, del estado mental de cada uno de nosotros. Entonces, primero, habría que comprender mejor lo qué es, y cómo trabaja, nuestra mente, conciencia y cerebro en la percepción del tiempo, éste último el órgano maravilloso que parece sustenta físicamente a los dos primeros. Y aquí es donde surge la idea de hacer una pequeña investigación para tratar de entender un poco mejor estos elusivos y complejos temas, contrastando los enfoques espiritual y científico, antes de tratar de entender mejor al tiempo y su implacable tiranía sobre nosotros. Espero lo disfruten, aclarando que la motivación es sólo que su servidor (y tal ves alguien más) entienda algo más sobre estos apasionantes temas.
  1. Preguntas básicas sobre cerebro y conciencia.

Es obvio que en este campo hay muchas más preguntas que respuestas afianzadas en el conocimiento científico. Por lo tanto, es muy importante, en lo que cabe, hacer las preguntas pertinentes a reflexionar, investigar y, si es posible, contestar. Algunas que carcomen mi mente son:
¿Qué es la conciencia? ¿Qué relación hay entre cerebro, mente, pensamiento y conciencia? ¿La conciencia humana ha evolucionado a la par del cerebro en el ser humano?¿Qué cambios han tenido el cerebro y la conciencia desde el surgimiento de las distintas especies humanas?¿Tenían los mismos tipos de conciencia los Neanderthal y los Homo Sapiens, y si no en que se diferenciaban?¿Tienen algún tipo de conciencia los animales o las plantas?¿La conciencia es la responsable de la actividad cerebral y controla al cerebro, teniendo su origen en algún ente fuera de él, o la actividad cerebral provoca la aparición y funcionamiento de la conciencia?¿Es el cerebro-mente un sistema complejo retroalimentado, en donde se afectan uno al otro en ambas direcciones? ¿Se podrá, algún día, programar en una computadora el “sentido común” de los seres humanos? ¿Qué es y dónde reside la autoconciencia?¿Podrá algún día tomar conciencia de sí misma una computadora, o un conjunto de ellas, lo suficientemente compleja?¿Se extingue la mente y la conciencia con la muerte física del ser y su cerebro? ¿Se producen fenómenos cuánticos en las entrañas de nuestro cerebro que dan lugar a la conciencia?¿Y si esto último es cierto, esos efectos cuánticos pueden ayudarnos a conectar nuestras mentes con una conciencia universal? ¿Por qué se agrego la conciencia a cerebros que alcanzaron cierto nivel de complejidad? ¿Por qué surge la conciencia como algo extra? ¿Qué ventaja evolutiva adicional representa la conciencia, si la hay?

  1. Definiciones estándar relacionadas.

Antes de adentrarnos en la polémica del tema del cerebro, mente y conciencia, vamos a repasar las definiciones normalmente aceptadas para algunos de estos términos, como punto de partida.
Se define como conciencia el conocimiento que tiene un ser de si mismo y de su entorno y a la recepción normal de estímulos externos e internos a su organismo. Hay dos estados ordinarios de conciencia principales: la vigilia y el sueño. En el primero, que se considera en estado normal de la conciencia, permite al sujeto dar una respuesta adecuada a los estímulos sensoriales internos y externos. El segundo se compone de cuatro etapas: el adormecimiento, el sueño ligero, la transición y el sueño profundo. Existen, así mismo, estados alterados de la conciencia que aparecen en los problemas psiquiátricos, tales como alienación, depresión, alucinaciones, euforia, éxtasis, rabia, psicosis, etc. Un estado alterado de la conciencia aparece por medio de estados febriles, privación del sueño, ayuno prolongado, privación de oxigeno al organismo o de un accidente traumático. La ciencia ha considerado estados de conciencia alterados desde una perspectiva fisiológica, en este sentido se han configurado modelos explicativos de de la alteración de la conciencia basados en la dinámica de los neurotransmisores y de las áreas cerebrales que serían sobre o infra estimuladas.
La palabra mente se usa para describir a aquel espacio en el cual los seres humanos guardamos todos los conocimientos así como también recuerdos, memorias, percepciones, etc. La mente se asocia normalmente con el cerebro, órgano en el cual suceden todos los procesos mentales. Sin embargo, el concepto de mente es más abstracto y tiene que ver con el espacio no físico si no metafórico donde todos los fenómenos relacionados con el raciocinio y el entendimiento toman lugar. A diferencia de otras partes del cuerpo, la mente no es un órgano en sí, sino un fenómeno que toma lugar en el cerebro y que implica el entendimiento, de la razón, del conocimiento y del lenguaje entre otras muchas otras capacidades que diferencian al ser humano del reino animal y vegetal. La posibilidad de volverse un ser consciente de sí mismo, de los demás y de todo lo que lo rodea es una capacidad que surge desde la mente. La mente es además lo que le permite al ser humano desarrollar su voluntad, memoria e imaginación, tres elementos que son únicos y diferentes de individuo a individuo. A pesar de estar directamente vinculada con la capacidad de pensar y razonar, la mente es también el espacio donde se generan otras sensaciones relacionadas más con emociones, el sentir: la capacidad de sentir amor, odio, alegría, miedo y deseo.
Se entiende como pensamiento la capacidad que tienen las personas de formar ideas y representaciones de la realidad en su mente, relacionando unas con otras. También, se afirma que es la actividad y creación de la mente; se dice que todo aquello que es traído a existencia mediante la actividad del intelecto humano.
Se define como espíritu o espiritualidad al viaje interior que conduce a una realidad que no tiene que ver con los objetos comunes ni con los sentimientos y pensamientos cotidianos, sino que va más allá de los límites espacio-temporales, en una realidad de infinitas posibilidades. La hipótesis espiritual se compone de una realidad invisible que es la fuente de todo lo visible; Esta realidad invisible puede conocerse por medio de la conciencia; la inteligencia, la creatividad y el poder de organización, además de que están integrados al cosmos.
El término alma se puede aplicar a los seres vivos en general (plantas y animales) como su principio constitutivo, según las más antiguas interpretaciones religiosas. Según Aristóteles, el alma incorpora el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.

  1. Consideraciones preliminares: ciencia vs espiritualidad.

En el libro “Guerra de dos mundos”, donde esos mundos son la Ciencia y la Espiritualidad, de Deepak Chopra y Leonard Mlodinow, se habla de la mente y el cerebro en la cuarta parte del mismo, desde cada uno de esos enfoques. Dividen el tema en cuatro preguntas: ¿Cuál es la conexión entre mente y cerebro?¿El cerebro determina la conducta?¿Es el cerebro como una computadora?, y finalmente, ¿Piensa el universo por medio de nosotros?
En primer lugar, en cuanto a la conexión cerebro-mente, Leonard afirma, de entrada, que la ciencia aun no puede explicar la relación entre patrones neuronales y mente. Habla del “problema difícil”, es decir la cuestión relativa al origen de la experiencia de la conciencia, sigue sin resolverse. Sin embargo los científicos no se avergüenzan por ello. Puede que la respuesta llegue después de mucho tiempo o que nunca llegue, debido a que sea demasiado complejo para el entendimiento humano.
El neurocientífico Christof Koch escribió sobre un caso de un paciente con el cerebro dividido, por tratamiento de epilepsia, en cual se comportaba como si tuviera dos mentes en disputa. Si la mente no fuera reducible al cerebro, no existe razón por la que al dividirlo en dos también hiciera que una conciencia se convirtiera en: “dos mentes conscientes en un cráneo”. Aunque es verdad que aun se tiene que aprender sobre la conexión entre neuronas y pensamientos, no saber de donde viene el pensamiento no prueba que su fuente esté en un dominio inmaterial. Actualmente, más de 50,000 científicos en todo el mundo estudian el cerebro, y ninguno de ellos, ni sus predecesores, han encontrado jamás evidencia científica creíble y replicable de que las experiencias mentales de la gente son resultado de alguna otra cosa que no sea un proceso físico que obedece a las mismas leyes que cualquier otro ensamble de moléculas.
En cambio, en el enfoque espiritual afirma que antes de que el cerebro pueda registrar un pensamiento, una mente debe pensarlo, es decir que la mente inmaterial gobierna al cerebro y sus conexiones. Además se afirma, temerariamente pienso yo, que la mente siempre ha existido desde que aparecieron las leyes de la naturaleza.
En cuanto si el cerebro determina la conducta humana, Deepak Chopra afirma que cuando la gente comienza la práctica de las disciplinas espirituales como yoga, meditación, autorreflexión y devoción, descubren que es posible lograr el dominio incluso sobre los procesos involuntarios, como bajar el ritmo metabólico y la presión sanguínea. Además, que el cerebro puede alcanzar la maestría si los senderos neuronales se desarrollan porque una persona decide que puede hacerlo y entonces existe mucha más libertad de la que jamás imaginamos disponible para nosotros.
Leonard, por otra parte afirma que la posición espiritual cree que el cerebro es el títere de una mente inmaterial, que, por ser inmaterial, no está gobernada por las leyes de la física. Sin embargo, cuando uno analiza el cerebro si descubre que existe mucha evidencia de que es la fuente de la conciencia. Muchas ilusiones visuales, por ejemplo dos bloques vistos en diferentes perspectivas parecen diferentes, aunque en realidad son iguales, y por mas que “ordenes a tu mente” que los vea iguales no podrá. Lo que significa que no podemos trascender el funcionamiento del cerebro físico. El hecho de que el cerebro dirige la conducta y las emociones es tristemente evidente en el caso de personas que sufren daño cerebral, en donde presentan emociones sociales anormales. La maestría, la autodeterminación y la libertad para escribir el guión de nuestra propia vida son metas admirables, y nuestros cerebros pueden alcanzarlas, sin salir del mundo material para lograrlo.
En 1993, Daniel Siegel dio la siguiente definición de mente: “Un proceso incorporado y relacional que regula el flujo de energía y de información”. Yo la complementaría así: “Un proceso, resultado de la actividad del cerebro, que controla el flujo de energía e información entre el sistema cerebro-mente, en un lazo cerrado, en el cual las sinapsis de la red neuronal crean y soportan la mente, y ésta última modifica muy lentamente, siguiendo las leyes de la evolución, la configuración del cerebro, de una forma que aún no comprendemos totalmente”.
Para colmo, en mi humilde opinión, la espiritualidad afirma que el universo consciente, también puede activar la tormenta electromagnética en el cerebro que da origen a los pensamientos. Si como lo supone la espiritualidad la conciencia universal ama a través de nosotros, también debe estar odiando a través de nosotros destruyendo y asesinando. La ciencia tiene su espacio y la espiritualidad el suyo, y no se excluyen si la segunda no intenta suplantar a la primera. Yo afirmo que la espiritualidad es un excelente medio y camino para tener un desarrollo mental entrenado para el mejor control de las emociones y las funciones del cuerpo, sin necesidad de religiones, medicamentos o drogas, pero no más que eso.
En cuanto a si el universo piensa a través de nosotros, la respuesta científica depende de la definición de términos. Si por pensamiento uno quiere decir “computando”, entonces si el universo está pensando, porque todos los objetos siguen leyes matemáticas y físicas, por lo tanto, su conducta incorpora los resultados del cómputo dictado por esas leyes naturales.
No existe una mente inmaterial que pueda superar la estructura del cerebro físico. Veamos por dondequiera, advertiremos evidencias de que la mente es un fenómeno del cerebro.

  1. Teorías antiguas y modernas sobre el funcionamiento del cerebro.

La evolución tiene múltiples procesos, tales como son la mutación, selección natural, adaptación, competición, fracaso y éxitos ocasionales, en el transcurso de miles de millones de años. En ese contexto, la historia de la humanidad comienza en áfrica oriental donde los homínidos que todavía no eran realmente humanos se separaron del antepasado común con los chimpancés, hace unos seis millones de años. Estos pueblos del Paleolítico, hace unos 2 millones de años, podían confeccionar herramientas de piedra e instrumentos simples que les servían para desollar animales y escavar en la tierra. Su mente estaba orientada hacia su supervivencia, tenían una plantilla mental o regularidad de pensamiento y probablemente no hablaban entre sí. Les faltaba la creatividad para innovar y la diversidad de culturas que hoy tenemos. Produjeron el mismo tipo de herramientas e instrumentos por un millón y medio de años con buenos resultados para ellos. Hace 2 millones de años se presenta la evolución de las diferentes especies humanas, hace medio millón de años los neandertales aparecen por evolución en Europa y Oriente Próximo. Y hace unos 200,000 años aparece el Homo Sapiens por evolución en África oriental.
Hace 70,000 años inicia la revolución cognitiva, de cuyo origen no se está seguro, pero se piensa que mutaciones genéticas accidentales cambiaron las conexiones internas del cerebro de los Sapiens, lo que les permitió pensar de manera sin precedentes y comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo. ¿Porqué tuvo lugar en el ADN de los Sapiens y no en el los neandertales? Fue algo totalmente aleatorio hasta donde podemos decir. Leyendas, mitos, dioses y religiones aparecieron por primera ves en la revolución cognitiva y el Sapiens comenzó a hablar sobre ficciones que es la característica más singular del lenguaje de ellos. El comportamiento humano cambio hace unos 50,000 años, el ser humano comenzó a hacer arte y a mostrar comportamiento simbólico, cosa que al parecer no tenían los neandertales. El lenguaje surge por la necesidad de transmitir información para la supervivencia, pero más importante, por el cotilleo social (2/3 partes del tiempo del ser humano). Y en este punto es donde el Homo Sapiens se hizo fuerte, con respecto a las demás especies del género Homo, como los neandertales, soloensis, floresiensis, denisova, rudolfenis y erasger (¿cómo serian los cerebros y mentes de cada uno de ellos?). La tierra hace cien mil años fue poblada por al menos 6 especies diferentes de hombres. Fue la primera vez, gracias al lenguaje, que los Sapiens formaron grupos, cada ves más numerosos (hasta 150 miembros), alrededor de una leyenda, un dios, o un mito, que todos temían y defendían haciendo un equipo homogéneo y poderoso. Poseían habilidades sociales superiores porque creían en mitos comunes. Creo que fue la única época en que los “dioses” sirvieron de manera positiva para el desarrollo de Homo Sapiens como especie dominante.
En cuanto al cerebro, los mamíferos que pesan unos 60 kilogramos, tiene un cerebro de 200 cm3, los primeros hombres, hace unos 2,500 años tenían un cerebro de aproximadamente 600 cm3 y los Sapiens modernos presentan un cerebro de entre 1,200 y 1,400 cm3 , pero el de los neandertales era aún mayor. Y esto es una posible contradicción, de la cual no hay una explicación satisfactoria, así como de la evolución del enorme cerebro del Homo Sapiens. Hace unos 30,000 años aparecen nuevas formas de pensar y comunicarse, se constituye la revolución cognitiva, se piensa debido a mutaciones genéticas accidentales cambiaron las conexiones internas del cerebro de los Sapiens. Y ellos comenzaron a hablar sobre ficciones, ya no solo sobre cuestiones de supervivencia diaria, y es una característica muy singular de su lenguaje.
Abreviando, hace unos 12,000 años comienza la revolución agrícola, que hace un nuevo cambio en la vida y mente de la gente, surgen los primeros reinos, la aparición de la escritura, el dinero y las religiones politeístas (este último, un enorme freno a la evolución sana de la mente humana, según yo). Finalmente, hace 500 años empieza la revolución científica, la humanidad admite su ignorancia y empieza a adquirir un poder sin precedentes (comenzamos a quitarnos las ataduras religiosas con avances científicos sólidos, creo yo).

En tan solo un kilo y medio de materia se albergan cerca de un billón de conexiones gracias a las cuales somos capaces de recordar, imaginar, crear y muchas cosas más. Voraz consumidor de energía, el cerebro tan solo representa el 2% del peso de nuestro cuerpo, pero de él parten todas las órdenes que terminan regulando a nuestro organismo.
Ya desde tiempos de Platón se debate el papel de la inteligencia en la educación de la persona. Para el filósofo de poco servía la educación para las personas que demostraban un capacidad mental limitada. Ya intuían en la antigüedad que en el cerebro se encontraba la esencia del intelecto. Algunas culturas pensaban que en el cerebro se albergaba el alma. Así lo pensaba el medico griego Galeno en el siglo II después de Cristo, aunque otros griegos pensaban que el alma se asentaba en el corazón humano.
Fue en 1600 cuando René Descartes identificó el dilema de la conciencia. Comprendió que no obedece, aparentemente, a ninguna de las reglas de la ciencia, no parece tener un carácter físico, ni puede ser observado, excepto desde adentro por la persona consciente. Y ni siquiera puede describirse realmente. La posición religiosa conocida como dualismo cartesiano fue la suposición predominante durante el siglo XVIII, hasta los primeros días del estudio del cerebro. Franz Joseph Gall fue un anatomista y fisiólogo alemán, fundador de la frenología. Convencido de que las funciones mentales residen en áreas específicas del cerebro y que esto determina el comportamiento, asumió que la superficie del cráneo refleja el desarrollo de estas zonas. En 1860 el neurólogo Guillaume Duchenne comenzó a entender cómo se comportan los hemisferios de nuestro cerebro, que tienen una forma opuesta de actuar. Los músculos, a un lado y otro del cuerpo, se mueven siguiendo órdenes enviadas por la parte contraria del cerebro. A raíz de este descubrimiento se conocieron varios datos como que la memoria de sonidos o de reconocimiento facial corresponde al hemisferio derecho, mientras que la lógica y la capacidad de comprender el lenguaje, al izquierdo. Con el desarrollo del microscopio y de las técnicas de fijación y tinción de los tejidos, la anatomía del sistema nervioso experimentó un notable avance que culminó con la obra genial de Santiago Ramón y Cajal. Utilizando una técnica de impregnación argéntica desarrollada por el italiano Camillo Golgi, Cajal formuló la doctrina neuronal el sistema nervioso está formado por células independientes, las neuronas, que contactan entre sí en lugares específicos y construyó un gran cuerpo de doctrina neuroanatómica.
En el siglo XX se confirma la estrecha relación entre el cerebro y la mente. Si matamos el cerebro, se acaba la mente, y la vida del ser. Pero la forma de esta vinculación parece un misterio.

  1. La mente y el cerebro.

En 1990, la neurociencia estaba ya bastante avanzada y Francis Crick y Christoff Koch proponen que ciertas neuronas, disparando a ciertas frecuencias, de alguna manera podrían ser la causa de nuestra conciencia, aunque no estaba claro cómo.
Daniel Dennett, profesor en la Universidad de Boston, argumenta que la conciencia es solo una ilusión y que simplemente no hay mas que el cerebro esponjoso que no da lugar a la conciencia. El sentido común puede decirnos que hay un mundo subjetivo de la experiencia interna, pero luego el mismo sentido común nos dijo, en su tiempo, que el sol órbita a la tierra y que esta ultima era plana... de acuerdo con la teoría de Dennett, la conciencia es como un truco de magia: el funcionamiento normal del cerebro hace que parezca que algo no físico está sucediendo. Por muy duro que se sienta, debemos admitir que la conciencia es solo el cerebro físico haciendo lo que hacen los cerebros. No se ha demostrado que la conciencia requiera un cerebro para manifestarse. No sabemos cómo los mamíferos crean conciencia. Dennett también afirmó que la conciencia es un montón de trucos en el cerebro y que la gente tiene miedo de que la ciencia obtenga una teoría mecanicista de la conciencia que demostraría que no tenemos libre albedrío y entonces que la vida no tiene sentido, y no puedo ser responsable de mis actos en el mejor o peor de los casos.
Patricia Churchland, de la Universidad de California, afirma que finalmente la neurociencia mostrará que la conciencia es solo estados cerebrales.
Koch y Giulio Tononi argumentan que cualquier cosa pudiera ser consciente, siempre que la información que contiene esté suficientemente interconectada y organizada. El cerebro humano ciertamente cumple con los requisitos. También lo hacen cerebros de gatos y perros, aunque parece que su conciencia no se parece a la nuestra. Pero el mismo principio podría aplicarse a la Internet o a un teléfono inteligente. Las implicaciones éticas son inquietantes.
Roger Penrose afirma que la conciencia es una consecuencia de un tipo de acción física que ocurre en el cerebro y que la auto conciencia no puede simularse mediante un algoritmo. Además, afirma que la conciencia de tipo humano no puede entenderse propiamente en términos físicos, computacionales o científicos.
En septiembre del 2006, fue el último impacto de un nuevo campo de investigación, la ciencia de la conciencia. Preguntas que alguna vez estuvieron confinadas a la investigación teológica y a conversaciones filosóficas de dormitorio, ahora están en la avanzada de la neurociencia cognitiva. Con algunos problemas, se ha llegado a cierto consenso. Con otros problemas, la perplejidad es tan profunda que es posible que nunca se resuelvan. Algunas de nuestras convicciones mas profundas sobre la condición humana se han visto sacudidas. El Problema Fácil es, entonces, el distinguir entre la computación mental consciente de la inconsciente, identificar sus correlaciones en el cerebro, y explicar el por qué evolucionaron. El Problema Difícil, por otro lado, es el porqué el tener un proceso consciente en la cabeza se siente así como se siente, el porqué existe una “primera persona”, una experiencia subjetiva.
El Problema Difícil es el explicar como la experiencia subjetiva surge de la computación neuronal. El problema es difícil porque nadie sabe a qué debiera parecerse una solución, o incluso si es que se trata de una pregunta científica genuina. Y no es sorprendente el que todo el mundo esté de acuerdo en que la respuesta al Problema Difícil (en el caso que sea un problema) sigue siendo un misterio.
Francis Crick la llama “la hipótesis perpleja”, la idea de que nuestros pensamientos, sensaciones, alegrías y dolores consisten única y exclusivamente en la actividad fisiológica de los tejidos del cerebro. La conciencia no reside en un alma etérea que usa al cerebro como si fuera un computador portátil: simplemente la conciencia es la actividad del cerebro.
Los científicos han exorcizado al “fantasma de la máquina” no porque sean unos aguafiestas mecanicistas, sino porque han reunido evidencias para afirmar que cada aspecto de la conciencia puede ser ligado al funcionamiento del cerebro. Haciendo uso de la FMRI (resonancia magnética funcional), los neurocientíficos cognitivos pueden casi leer los pensamientos de la gente a partir de los patrones de flujo sanguíneo en sus cerebros. La conciencia también puede ser “empujada” a través de manipulaciones físicas. La estimulación eléctrica del cerebro durante una cirugía puede hacer que una persona tenga alucinaciones que son indistinguibles de la realidad, tales como oír una canción en el cuarto o creer que se está en un cumpleaños infantil. Si en una cirugía se corta el cuerpo calloso, separando los hemisferios cerebrales (un tratamiento para la epilepsia), la conciencia se divide dentro de la cabeza, como si el alma se pudiese cortar en dos con un cuchillo. Y cuando la actividad fisiológica del cerebro desaparece, hasta donde sabemos, la conciencia de la persona deja de existir.
El psicólogo cognitivo Bernard Baars explica la conciencia como si fuera un pizarrón global en el cual los procesos cerebrales publican sus resultados y monitorean los resultados de otros procesos. Una segunda razón por la que la información es parcialmente aislada de nuestra conciencia es por motivos estratégicos. El biólogo evolucionista Robert Trivers ha notado que las personas tienen buenos motivos para venderse a si mismos como agentes racionales, bienintencionados, eficientes y competentes.
¿Qué pasa con el cerebro mismo? Usted podría preguntarse cómo los científicos pudieron siquiera comenzar a encontrar el lugar de la conciencia en el cerebro, en medio del griterío de los cien billones de neuronas. El truco consiste en observar cuales zonas del cerebro cambian cuando la conciencia de una persona salta de una experiencia a otra. En una técnica de estudio llamada “rivalidad binocular”, se le presentan franjas verticales al ojo izquierdo y franjas horizontales al ojo derecho. Ambos ojos “compiten” por la conciencia y la atención, y la persona ve alternativamente franjas verticales u horizontales, sucesivamente, por intervalos de segundos. Lo que esto significa, de acuerdo a la teoría de Francis Crick y su colaborador Christof Koch, es que la conciencia reside solo en las partes “altas” del cerebro que están conectadas a los centros emocionales y de toma de decisiones, tal como uno lo esperaría a partir de la metáfora del pizarrón. La conciencia puede ser rastreada no sólo espacialmente, sino que también temporalmente. Desde hace mucho tiempo los neurocientíficos saben que la conciencia depende o se correlaciona con ciertas frecuencias de oscilación en el electroencefalograma (EEG).
Nadie sabe qué hacer con el Problema Difícil. Algunos ven este problema como una oportunidad de volver a introducir al alma, pero hacer esto es sólo cambiarle el nombre al problema, cambiando de “el misterio de la conciencia” a “el misterio de el alma” – un juego de palabras que no nos aporta en nada. Muchos filósofos, como Daniel Dennett, niegan que el Problema Difícil exista. Especular sobre zombies y colores invertidos es, ellos dicen, una pérdida de tiempo, porque nada puede servir como evidencia decisiva en esos casos. Algunos librepensadores, como el matemático Roger Penrose, sugieren que la respuesta podría ser encontrada en la mecánica cuántica. Para mi gusto, esto es algo así como expresar la sensación de que la mecánica cuántica es extraña, y la conciencia es extraña, así que tal vez la mecánica cuántica puede explicar la conciencia.
Mas sin embargo, en la conferencia del Físico Javier García en la plataforma de aula 141, La mecánica cuántica del cerebro, hace una excelente disertación sobre la red neuronal del cerebro y su funcionamiento, iniciando con el axón analizando si por él circula una corriente eléctrica o no, estas señales viajan a unos 100 m/s. En realidad el axón trabaja con iones de sodio (+), potasio (+) y de cloro (-) y abre canales por los cuales fluyen dichos iones cuando fluye una señal por el axón, para recuperar el estado eléctrico “normal”. Las cargas se mueven de manera transversal y no por el axón de izquierda a derecha o viceversa. Es decir que va cambiando la polaridad de cada segmento del axón. Luego nos explica los 3 principales postulados de la mecánica cuántica: I, todo sistema físico tiene asociado un espacio vectorial (Hilbert) generado por la base de las configuraciones posibles; II, la evolución temporal del sistema aislado está descrita por una transformación unitaria; III, una magnitud es observable si existe un conjunto de operadores hermíticos (operador lineal cuyos autovalores siempre son números reales) positivos que sumen uno, para cada uno de los resultados de la medida. García pone como ejemplo una molécula de amoniaco como sistema cuántico a analizar, hasta llegar al concepto de entrelazamiento cuántico, que ocurre cuando los sistemas están aislados, y que se rompe (decoherencia) cuando se rodean de otros materiales que la hacen como si fueran observadores de tal sistema. Entonces se pregunta: ¿Qué pasa en el cerebro? ¿Es fácil entrelazar los iones o moléculas en los axones? Cuando hay miles de millones de neuronas y muchísimo más moléculas y iones interactuando dentro de nuestro cerebro. García especula que muchos entrelazamientos no puede haber. Entonces, ¿donde se cree que pudiera actuar la mecánica cuántica en el cerebro? En los microtúbulos que están dentro de las dendritas de la célula nerviosa. Formados por las tubulinas, y entre estas hay proteínas (MAP) que los conectan. Estos microtúbulos somo carreteras que transportan moléculas. Y si la mente y la conciencia tienen algo de cuántico, según Roger Penrose y otros, podrá ser en estos microtúbulos. Es decir que cada proteína que forma cada microtúbulo puede estar en una superposición cuántica, con dos configuraciones. Se podría pensar que las proteínas son demasiado grandes y con millones de átomos para que inmediatamente sucediera una decoherencia cuántica. Pero recientemente ha aparecido la computación cuántica topológica, que puede eliminar por si sola la decoherencia del sistema de muchos microtúbulos. Se tendrá un vector global en un microtúbulo en donde las proteínas o tubulinas que lo componen tienen 2 estados, tubulina alfa y tubulina beta, que van cambiando como círculos y que topologícamente son lo mismo. Y entonces, pudieran almacenar información cuántica muy robusta. Concluyendo, es un sería un sistema robusto que soporta muy bien la decoherencia cuántica, ya que si se rompe un circulo de tubulinas, se autoreparan para seguir siendo estables. Este fenómeno se está tratando de simular en sistemas semiconductores en la actualidad.
En este sentido, el físico norteamericano David Bohm propuso que el cerebro podría aprovecharse de una característica de la mecánica cuántica, la llamada coherencia cuántica, y cohesionarse formando un todo. Así, del mismo modo que un conjunto de partículas pierden su identidad al formar un sistema cuántico coherente, las interacciones cuánticas no-locales harían que las neuronas dejasen de comportarse como elementos individuales, en favor de una sinergia neurológica. A pesar de todas estas pruebas y del atractivo de la mecánica cuántica para el estudio del cerebro, la neurología cuántica aún se encuentra en fase de especulación. Las críticas principales sobre la importancia de la MC para la neurociencia, en general, y una ciencia de la conciencia, en particular, provienen del campo experimental. La afirmación básica es que ningún experimento ha demostrado hasta ahora signos inequívocos de manifestaciones cuánticas en el cerebro.
E incluso tenemos la teoría defendida por el filósofo Colin McGinn, que nuestro vértigo al considerar el Problema Difícil es en si mismo un hábito extraño de nuestro cerebro. El cerebro es un producto de la evolución, y del mismo modo que los cerebros animales tienen sus limitaciones, nosotros tenemos las nuestras. Nuestros cerebros no pueden mantener en la memoria cientos de números, no podemos visualizar o imaginar un espacio de siete dimensiones, y quizás no podemos comprender intuitivamente el porqué el procesamiento de información neuronal mirado desde afuera debe dar origen a la experiencia subjetiva desde dentro. Esa es mi apuesta, aunque tengo que admitir que quizás esa teoría será demolida cuando un genio que aún no ha nacido “un Darwin o un Einstein de la conciencia” nos proporcione una idea nueva, sobrecogedora e impresionante, que repentinamente nos aclare todo.
Sea cual sea la solución o soluciones para los problemas Fácil y Difícil, pocos científicos dudan que la conciencia se ubique fuera de la actividad del cerebro. Para muchas personas fuera del ámbito de la ciencia, esta es una posibilidad aterradora. No solo elimina la esperanza de que podamos sobrevivir a la muerte de nuestros cuerpos, sino que también parece minar la noción de que somos agentes libres y responsables de nuestras decisiones –no solo en esta vida sino que en la otra. En su ensayo “Perdón, pero tu alma se murió”, Tom Wolfe expresa su preocupación de que cuando la ciencia destruya la noción de alma, “el carnaval espeluznante que sobrevendrá, hará que la frase ‘el eclipse total de todos los valores’ se quede corta”.
La visión personal de Pinker es que esto es exactamente al revés: la biología de la conciencia provee una fundamentación moral mucho más sensata que el dogma improbable de la existencia de un alma inmortal. El entender la fisiología de la conciencia no sólo permitirá reducir el sufrimiento humano a través de nuevos tratamientos para el dolor y la depresión. Este entendimiento puede también obligarnos a reconocer los intereses de las otras personas, y diría yo de todos los seres vivos de nuestro planeta, que es la base de la moral humana.
Por otro lado, Douglas R. Hofstadter, en su maravilloso y complejo libro: Gödel, Escher y Bach: Una eterna trenza dorada, es un ensayo que combina la música, el arte y la matemática en un ensayo rico en ideas y propuestas, que se atreve a lanzar una hipótesis, con un enfoque materialista, de cómo emerge la conciencia y la mente a partir del funcionamiento de las neuronas del cerebro.
Hofstadter inicia afirmando que nuestra inteligencia no es incorpórea, pues requiere un vehículo material: El cerebro. La estructura del cerebro es el resultado del largo proceso de la evolución, y sus funciones están regidas por las leyes de la física. Puesto que se trata de una entidad natural, nuestro cerebro funciona sin necesidad de que se le indique cómo debe de hacerlo. Pareciera que el cerebro estuviera equipado de un cierto “hardware” que se encarga de reconocer como mensajes ciertas cosas, y de decodificarlas. Esta capacidad innata para extraer significados interiores es lo que permite la producción del proceso, altamente recursivo, del tipo de bola de nieve, de adquisición del lenguaje humano.
El autor realiza una divertida analogía entre una colonia de hormigas y el cerebro humano formado por una colonia de neuronas. Las colonias de hormigas han estado sujetas a los rigores de la evolución durante billones de años. Unos pocos mecanismos fueron seleccionados para permanecer, y la mayoría de ellos resultó descartada. El producto final fue un conjunto de mecanismos cuyo efecto es que las colonias de hormigas funcionan como hoy sabemos. En la colonia de hormigas, cuando necesitan que hagan una cosa se organizan en pequeños equipos temporales o castas, que “forman” señales cuyo objetivo es desplazar hormigas de diversas especialidades hacia partes adecuadas de la colonia. La distribución de castas actúa como una guía de todos los equipos de la colonia. Observando las cosas desde la vasta perspectiva de la evolución, se pueden suprimir las nociones de significación y de finalidad en relación con la totalidad de la colonia. Tales nociones se hacen superfluas.
A los equipos de hormigas de nivel suficientemente alto se les denomina símbolos, que son subsistemas activos de un sistema complejo, y están compuestos por subsistemas activos de nivel más bajo. Todos estos estratos estructurales son necesarios para el acopio de de las clases de conocimiento que le permiten a la colonia ser “inteligente”. Las actividades de todos los símbolos están determinadas estrictamente por el estado de todo el sistema al que corresponden. En consecuencia, el sistema en su totalidad es el responsable del modo en que sus símbolos se desencadenan entre sí, por lo que todo el sistema es el “agente”. La acción de los símbolos produce la lenta transformación del estado del sistema, es decir, su actualización. Se le puede dar un nombre al sistema entero o colonia.
En este punto el autor se vuelve a plantear el misterioso comportamiento colectivo de las colonias de hormigas que pueden construir gigantescos e intrincados hormigueros, a pesar de que cada hormiga tiene unas 100,000 neuronas en su cerebro, y que seguramente no contiene ninguna información relativa a la estructura de un hormiguero. ¿Cómo es entonces que surge el hormiguero? ¿Dónde reside la información?
El pensamiento debe depender de la representación de la realidad en el hardware del cerebro y se dice que es “intencional”, y no “extensional”, lo cual significa que las descripciones pueden “flotar” sin ser adheridas objetos específicos, conocidos y está conectada a su flexibilidad. Existen en nuestro cerebro unos diez mil millones de neuronas, cada una con 200,000 puertas de entrada (2 x 1015 sumandos en la determinación de las acciones próximas del cerebro). Las neuronas son las “hormigas” del cerebro. En la corteza cerebral, no se ha localizado nada que se parezca al reconocimiento de objetos. Ello significa que nadie sabe donde o cómo la salida de de las células complejas e hipercomplejas es transformada en reconocimiento consciente de formas, lugares, imágenes, rostros, etc. Una explicación posible sería suponer un conjunto de unas docenas de neuronas, digamos, en el extremo de un fino “embudo”, todas las cuales se excitan cuando una persona conocida entra en el campo de visión. Y para cada diferente persona y objeto habría un una red única, y un proceso de “embudamiento” por el que se canalizaría la red. Tales redes serían los símbolos de nuestro cerebro. El autor se inclina a creer que es muy largo el camino por recorrer para aproximarnos a una comprensión del fenómeno de la conciencia, y necesitamos desplazar la descripción del estado cerebral desde el nivel de la señal, al nivel del símbolo.
Los símbolos se vinculan entre sí mediante los mensajes que envían de una parte a otra, en tal forma que sus patrones de desencadenamiento son muy semejantes a los acontecimientos de gran escala que suceden en nuestro mundo. En esencia, la significación surge por la presencia isomórfica infinitamente compleja, sutil, delicada, versátil e intencional. Existe una distinción corriente con respecto al pensamiento: clases, casos y manifestaciones. Y la mayoría de los símbolos pueden llenar ambos de los primeros dos papeles. Además, nuestro pensamiento se vale de un ingenioso principio: Prototipo, que consiste en que aun el hecho más específico puede servir como ejemplo genérico de una clase de hechos. ¿Los nuevos símbolos siempre han estado en el cerebro, sin haber sido activados, o han sido creados por la mente?
En resumen, una descripción de un estado cerebral consistirá en un catálogo probabilístico, que incluya la lista de todas las creencias con mayores probabilidades de ser inducidas, y de los símbolos con mayores probabilidades de ser activados, por diversos conjuntos de circunstancias razonablemente factibles, circunstancias que también estarán descritas a nivel de bloques. Pero, ¿Dónde está la autoconciencia? Se trata de ofrecer una hipótesis no espiritualista acerca del sitio en donde se origina la conciencia. No hay motivo para suponer que el “yo” o la conciencia personal, no esté representado por un símbolo. En realidad, el símbolo del yo es, probablemente, el más complejo de todos los símbolos del cerebro. Mas bien este símbolo esta uno o mas niveles por arriba y el autor le llama “subsistema”, es decir una constelación de símbolos, cada uno de los cuales puede ser activado independientemente, bajo el control del subsistema mismo. La idea que se quiere transmitir es con respecto al subsistema es que funciona casi como un “subcerebro” separado, equipado con su repertorio propio de símbolos, los cuales pueden activarse internamente entre sí. Además de ser otro nombre para símbolos superdesarrollados, aquellos que la evolución humana los ha hecho tan complejos que tienen muchos subsímbolos en interacción recíproca. Lo interesante de un subsistema es que, una vez activado y librado a sus propios recursos, puede funcionar por sí mismo. De tal modo, pueden operar simultáneamente dos o mas subsistemas del cerebro de un individuo.

Hofstadter en su libro “Yo soy un extraño bucle” continúa su análisis del “yo” al preguntarse: ¿Por qué un fragmento de materia es capaz de pensar en sí mismo? Para comenzar afirma que hay diferentes tamaños de almas o conciencias y rechaza la idea de que en el preciso instante en que un espermatozoide y un óvulo humanos se unen para formar un zigoto surge una alma o conciencia plenamente dotada. Por el contrario, el alma se va formando lentamente a lo largo de los años de desarrollo del cerebro. Además, la conciencia o alma no presenta un valor discreto: “hay o no hay”, sino que es una variable difusa que asume valores continuos a lo largo del tiempo. También afirma que existen almas grandes y almas pequeñas en las personas, e incluso en los animales. No todas las almas o conciencias tienen las mismas cualidades y defectos. Ejemplifica con la supuesta alma diminuta de un mosquito, debido a que su diminuto sistema nervioso carece por completo de categorías perceptivas y, por tanto, posibilidades de existencia de bucles autoperceptivos en su cerebro. Aventura que la conciencia de un mosquito es la billonésima parte de la humana. Define el “yo” en un ser humano cuando, dotado de conceptos y recuerdos, vuelve su atención hacia sí mismo, debido a su capacidad de percepción, y produce un modelo profundo e intrincado de sí mismo que provoca todos los comportamientos de la criatura. Con respecto al inicio de la vida humana, Hofstadter afirma que lo que ocurre es que los embriones y bebés tienen un increíble potencial, gracias a sus genes humanos, para alojar enormes repertorios de símbolos en sus cerebros que crecerán durante toda su vida, dando como resultado un alma (o conciencia) grande o completa. Recordando que un gen es un patrón, es decir, una secuencia de nucleótidos, representada como una combinación de letras tomadas de un alfabeto de tan sólo cuatro: “ACGT”. Además, el autor referido es partidario del carácter no centralizado de la conciencia, es decir, que aunque la conciencia de cualquier persona reside ante todo en su cerebro concreto, está de algún modo presente en otros cerebros y, así, cuando el cerebro principal desaparece, diminutos fragmentos de ese individuo continúan vivos. En diversos grados, los seres humanos vivimos ya dentro de otros sin necesidad de tecnología alguna. La interpenetración de almas es una consecuencia inevitable de la forma de operar de nuestros cerebros y este es autentico significado de la palabra “empatía”. Así mismo, es buen tiempo para mencionar que alma, yo, conciencia, pensamiento y luz interior son términos clave intercambiables que para Hofstadter significan un mismo fenómeno. Él afirma que el cerebro está tratando constantemente de categorizar, encontrar precedentes y analogías, es decir, simplificar sin que se pierda la esencia. Desarrolla esta actividad de manera incansable, no solo en respuesta a los estímulos sensoriales recién llegados, sino en respuesta a su propia danza interna de símbolos. Una vez que el estímulo ha atravesado la retina, el tímpano o la piel pasa a formar parte del reino interior y, desde ese momento, la percepción es meramente un asunto interno. Entonces si existe un perceptor de la actividad simbólica, solo que ese perceptor no es sino una actividad simbólica más (metasímbolo). No existe ningún lugar especial donde se aloje la conciencia y en que ocurra algo mágico. También afirma que, el “yo” no es una cosa a priori bien definida predestinada a ocupar un contenedor físico vacío recién creado o que surgió de pronto de manera inesperada y en todo su esplendor. Por el contrario, el “yo” emergió lentamente como resultado de de los innumerables sucesos que le ocurrieron a un cuerpo y al cerebro alojado en él. El “yo” es la estructura autoalimentada que ha surgido gradualmente en el cerebro y gracias a ese cerebro. Recordemos que a partir de la quinta semana, después de la concepción, se comienza a formar la primera sinapsis en la médula espinal de un feto. Para la sexta semana, estas primeras conexiones neuronales permiten los primeros movimientos del feto, las extremidades a las ocho semanas y los dedos a las diez semanas. Para fines del primer trimestre, el repertorio de movimientos es asombrosamente rico. El tronco cerebral es responsable de muchas de las funciones en el feto: ritmo cardíaco, respiración y presión sanguínea. Lo último que madura es la corteza cerebral, que es la responsable de la actividad mental del ser y sólo acaba de comenzar a funcionar para cuando el tiempo de gestación llega a su fin. En el último trimestre, los fetos son capaces de formas simples de aprendizaje, como habituarse a un estimulo auditivo repetido. Varios estudios han demostrado que los bebés recién nacidos responden a olores familiares (como su propio líquido amniótico) y sonidos (como el latido de la madre o la voz de su propia madre). Pese a estas habilidades más bien complejas, los bebés entran al mundo con una corteza cerebral aún primitiva, y es la gradual maduración de esta parte compleja del cerebro lo que explica gran parte su maduración emocional y cognitiva en los primeros años de vida. Entonces, pareciera que el alma o conciencia del feto empieza a surgir después de los seis meses después de la gestación, pues antes sólo el tronco cerebral controla las funciones vitales no conscientes. Y esa conciencia sería pequeña y primitiva, pero conforme madura su corteza cerebral, su alma o conciencia empieza a crecer y enriquecerse, a partir de, principalmente, la complejidad de las redes neuronales de su cerebro y la experiencia con su entorno.
En su libro: Razones y personas, el filósofo de Oxford Derek Parfit, refuta el concepto que él denomina “Ego cartesiano”, que constituye un cuanto exacto de alma pura (conocida también como “identidad personal”) y es totalmente indivisible e insoluble. En suma, es lo que hace que usted sea usted y que yo sea yo (mi luz interior). Parfit se opone firmemente a la idea de que el concepto de una “identidad personal” tenga sentido. Plantea que el “yo” es dinámico y va cambiando con el tiempo, y que además, el “yo” se puede dividir en partes. En última instancia, el “yo” es una alucinación y, sin embargo, se da la paradoja que es la cosa más valiosa que poseemos.
Hofstadter afirma que si lo que llamamos “yo” es una especie de gota de cierta esencia, no analizable, suministrada a cada ser humano en el momento de su concepción y en la que cada dosis posee un ingrediente único que establece permanentemente la identidad de su receptor, entonces ya no hace falta más explicación sobre lo que somos, aunque dicha explicación se base en algo inexplicable. Por otra parte, la idea de que cada uno de nosotros se haya intrínsecamente definido por una esencia intangible única sugiere la posesión de una alma inmortal; la creencia en el dualismo, pues mitiga en parte nuestro temor a la muerte. Para el que crece rodeado con la imaginería visual y verbal de las religiones occidentales no es difícil imaginar una tenue y etérea aura liberándose del cuerpo que acaba de morir y ascendiendo hasta un especie de reino celestial invisible en que vivirá eternamente, si cumplió con los preceptos espirituales y materiales en las citadas religiones, claro está.

Por otro lado, el profesor de psiquiatría de la Universidad de California Joaquim Fuster afirma que la red neuronal es la base de todo el conocimiento y de toda la memoria, en otras palabras que el alma está en la red del cerebro. El profesor Fuster dice que lo permanente de un recuerdo en nuestra memoria depende de las circunstancias emocionales en las que fue adquirido, es decir que se forman firmemente con las emociones y se van ejercitando en el transcurso de la vida de una persona, y así subsisten. Muchas neuronas mueren durante la vida, y otras se crean con sus respectivas sinapsis, el secreto de mantener nuestro cerebro sano recaé en el ejercicio mental continuo, ya sea mediante ejercicios programados de gimnasia mental, o bien mediante un trabajo o estudio que nos presente retos mentales muy a menudo.

Por otro lado el Prof. Fuster afirma que el código del conocimiento es relacional a nivel de la red neuronal, y es irreducible a las partes, o sea que estudiando una neurona no se va a llegar lejos. Y da el ejemplo de que no se podrá conocer el significado del contenido de una carta, estudiando la composición química de la tinta con que fue escrita. Las redes neuronales están organizadas de modo jerárquico. En el nivel más bajo esta la memoria sensorial y motora primaria que si se puede reducir a módulos. Cuando salimos de esta área, y subimos a las zonas asociativas de la corteza, la memoria se va haciendo más interconectada, compleja y difusa. Hay 3 tipos de memoria: la de largo plazo que es la que nos permite recordar eventos de cuando eramos pequeños; la de corto plazo gracias a la cual podemos retener datos que nos acaban de dar como un nombre o número de teléfono; y la tercera la memoria de trabajo que es la que utilizamos para enlazar lo que está ocurriendo con los recuerdos que tenemos y así actuar en consecuencia, es la memoria que entra en juego, por ejemplo, en una conversación. El cerebro es la interface entre nosotros y el medio ambiente, externo e interno. Durante el proceso de la evolución se ha desarrollado principalmente la corteza cerebral, con propiedades muy peculiares en el ser humano que le permiten: el lenguaje, que es un medio de ajuste con el medio ambiente, y la predicción, todas las funciones ejecutivas tienen un futuro, como la planeación, la toma de decisiones, la memoria de trabajo, la conciencia creadora, etc.

  1. La mente y la Inteligencia Artificial

El objetivo último de la inteligencia artificial, lograr que una máquina tenga una inteligencia de tipo general similar a la humana, es de los más ambiciosos que se ha planteado la ciencia y la tecnología. Mientras Hofstadter plantea, optimista, que todos los procesos cerebrales se derivan de un sustrato computable. La afirmación anterior se refiere al sustento teórico más sólido que sea posible aportar en apoyo de la posibilidad eventual de dar vida a la Inteligencia Artificial.
Con respecto al posible parecido de nuestro cerebro con una computadora, se sabe que éste ultimo contiene un aproximado de mil billones de sinapsis (1x1015), que nos da una pista de la complejidad del funcionamiento del cerebro. Koch y Tononi proponen una mejor prueba que la clásica de Turing, para ver si una máquina es inteligente o no lo es. Proponen que una entidad artificial se considera inteligente cuando se le presenta una escena aleatoria y ésta puede extraer la esencia de la imagen, describir los objetos que hay en ella, y sus relaciones, tanto espaciales como causales, y realizar extrapolaciones razonables y especulaciones más allá de lo presentado. La idea de que cualquier cámara puede capturar la imagen, pero solo un ser inteligente puede interpretar lo que ve, razonar sobre ello y analizar exitosamente situaciones nuevas. Para pasar esta prueba, que nuestro cerebro resuelve fácilmente, una computadora tendría que integrar información de muchos dominios, crear asociaciones y emplear la lógica. Ninguna máquina hasta ahora ha pasado esta prueba, lo mas es reconocer un gato de un perro.
Deepak Chopra, afirma que las computadoras nunca pensarán, porque son incapaces de crear significado (intuir y desarrollar analogías), cruzando la línea que separa la mente de la materia. Dice también que la mente entrena al cerebro. Una idea que se me vienen a la mente es que ésta no puede conocerse a si misma, tomando como referencia y analogía el segundo teorema de Gödel que dice que si analizas un sistema desde su interior, puede ser consistente, pero no podrás saberlo mientras estés dentro del sistema. Tal ves, en un futuro, le podamos pedir la ayuda a algún ser extraterrestre que nos ayude a estudiar y comprender que es exactamente la mente humana, “desde fuera”. En cuanto a que si el universo piensa por medio de nosotros, la espiritualidad afirma que la percepción es una función de la conciencia, de modo que la mente es primero, antes que los sentidos como los ojos, oídos, o incluso el cerebro. Es imposible imaginar una computadora capaz de meditar y que llegue a intuiciones y conclusiones trascendentes, ¿o no?
Mientras los filósofos se parten el cerebro tratando de contestar la cuestión anterior y otras más, la “Inteligencia Artificial Práctica” sigue avanzando a pasos agigantados esta última década. En cuanto a la comprensión del lenguaje, al construir una máquina inteligente es uno de los mayores retos que se tienen, se comunican fácilmente, sin embargo conseguir que las maquinas entiendan el lenguaje humano es mucho más difícil. El lenguaje humano es sutil y complicado y se puede mal interpretar muy fácilmente. Un reto interesante es realizar un debate entre una persona y una Máquina I.A. Un ordenador puede leer cientos de millones de artículos sobre el tema a debatir en segundos y necesita identificar mil o dos mil palabras relevantes para debatir con un humano. Para una computadora es muy difícil entender una pregunta. Y para los humanos sucede exactamente todo lo contrario, entendemos muy fácil la pregunta y pero no contamos con los argumentos tan efectivos y la memoria de las maquinas. IBM llevó a cabo una serie de debates, a nivel de secundaria, entre un sistema totalmente automático, que no ha sido entrenado en el tema en cuestión, y unos expertos, a manera de demostración. Se plantea un tema a debatir, se asigna a uno estar a favor y otro a estar en contra. El sistema trata de entender el significado y la relación de las palabras de la pregunta. Escanea millones de artículos para identificar los argumentos que pueda utilizar en los cuatro minutos que tiene para plantear la defensa de su postura. Lo hace utilizando procesamiento natural del lenguaje, aprendizaje automático, técnicas de razonamiento para entender los temas subyacentes y presentar sus argumentos de forma eficaz.
El sistema tiene que escuchar a su oponente humano durante 4 minutos hablando rápido y utilizando planteamiento éticos y presentar una respuesta adecuada. Al concluir el debate el publico vota para decidir al ganador, el humano o el sistema de I.A. Con cada debate el sistema mejora su aprendizaje de cómo debatir hacer mejores planteamientos de defensa de su posición. Esta aplicación se puede extender a cualquier ámbito en el cual se tengan que tomar decisiones sobre un tema en particular. Puede ser sobre decisiones empresariales, casos de abogados, médicos, etc.
En cuanto al caso del manejo autónomo de vehículos aún no se ha conseguido totalmente, a pesar que el primer intento data de 1987. ¿Porqué no se ha logrado? Pues simplemente porqué manejar es difícil para cualquier ser humano, debido a la infinidad de factores que hay que sortear, como clima, trafico, señales de tránsito, oficiales de movilidad, peatones, oscuridad, bicicletas, motocicletas, cierre de calles por mantenimiento, accidentes o manifestaciones y muchos etcéteras más. Cuando uno es un conductor novel comete muchos errores que lo llevan a tener incidentes a menudo. Poco a poco vamos aprendiendo “a manejar” y conducimos más fácilmente y con seguridad. Ya se han logrado autos que se conducen en autopistas modernas bien, pero también algunos prototipos han sufrido accidentes aparatosos que siembran dudas sobre su seguridad. La seguridad es el aspecto más importante en la tecnología de la I.A. En los automóviles autónomos. Lo primero que debe contestar el sistema es ¿qué veo?, es decir registrar todas las cosas en el entorno del auto, como otros vehículos, las vías, señales de tránsito, etc. Luego predicción, es decir, cómo se mueven esos objetos que ve el sistema. Entonces el sistema debe preguntarse que debe hacer en función de su destino programado y a eso le llamamos planificación. Algunos otros desafíos que tienen los autos sin conductor es entender el contexto social que nosotros damos por sentado. Por ejemplo, si vemos unos niños jugando fútbol en un parque cercano sabemos que es probable que se les escape la pelota, y bajen a la calle a perseguirla, con el peligro correspondiente. Un robot simple no lo vería venir. Se tiene la visión de qué esto lo podrán aprender con el, entrenamiento humano y el aprendizaje profundo de la I.A., cómo se hace con un conductor humano novel. Se han invertido cerca de $80,000,000,000 de dolares en ésta tecnología y se espera que en el año 2030, 1 de cada 4 vehículos motorizados serán autónomos.
¿Cómo aprenden las máquinas?
Los informáticos llevan décadas tratando de que las máquinas aprendan como los humanos lo hacemos, y todo comenzó en 1957 con el juego de damas. El sistema se enseñaba a sí mismo a jugar a las damas, analizando los datos de miles de partidas el sistema aprendió los movimientos que le harían ganar con mayor probabilidad. En el aprendizaje automático la computadora analiza los datos, encuentra patrones y los utiliza para hallar la mejor ruta y alcanzar su objetivo. El salto en la capacidad de procesamiento, el aumento de datos y los avances de los algoritmos, han contribuido a la revolución actual de la I.A. Que ahora se puede utilizar en una gran cantidad de tareas. Por ejemplo, hoy en día hay brazos robot que en lugar de ser programados de manera tradicional, mejor se les dan unas pautas y su inteligencia artificial crea el resto de movimientos entre esas pautas. En otras palabras, un humano entrena al robot que realiza las tareas tediosas y repetitivas, quizá durante las 24 horas del día, aumentando la productividad enormemente, incluso en pequeñas empresas.
Una de las aplicaciones más avanzadas e inquietantes de la I.A. es la visión artificial. Por ejemplo, hoy en día un sistema puede reconocer y comprender las expresiones faciales de un niño, pueden navegar por el espacio tridimensional para permitir a los autos autónomos reconocer objetos en su entorno con todo lo que implican para su trayectoria de tránsito y puede analizar los rostros de personas caminando en una gran ciudad, para identificar individuos a través del reconocimiento facial. Observa una cara y extrae los rasgos distintivos, como tipo de boca, tamaño de la nariz, tipo y color de ojos, tipo de pelo, etc. y la compara con gente en una base de datos enorme. Ahora mismo una docena de aeropuertos estadounidenses utilizan el reconocimiento facial para el “check in” de los pasajeros, acelerando los viajes pero violando por completo la privacidad de la gente. También china utiliza esta tecnología para capturar delincuentes y sospechosos. El gobierno chino quiere reconocer, en segundos, el rostro de cualquier ciudadano chino.
La inteligencia artificial rutinariamente produce logros sorprendentes, ya que las computadoras aprenden a reconocer imágenes, conversar, vencer a los humanos en juegos sofisticados y conducir vehículos. Pero todos esos avances requieren enormes cantidades de potencia informática y electricidad para diseñar y entrenar algoritmos. Y a medida que el daño causado por el cambio climático se hace más evidente, los expertos en IA están cada vez más preocupados por esas demandas de energía.

Todo esto abre un gran debate ético sobre los límites de la I.A. ¿Qué podemos hacer ahora para asegurar que la I.A. permita a la humanidad florecer en lugar de empeorar su desarrollo y no acelerar el cambio climático del planeta, dentro del contexto de una ética humanística?






  1. Conclusiones.
Realmente la temática cerebro, mente y conciencia es apasionante y compleja, aunque después de revisar los avances teóricos y prácticos, vemos que aún está en pañales, y que falta la mayor parte por descubrir y explicar. Aún así, nos podemos aventurar en mencionar algunas conclusiones.
    • Me enteré del Problema Fácil y del Problema Difícil en la investigación de la dupla cerebro-mente. El Problema Fácil es, el distinguir entre la computación mental consciente de la inconsciente, identificar sus correlaciones en el cerebro, y explicar el por qué evolucionaron. El Problema Difícil, por otro lado, es el porqué el tener un proceso consciente en la cabeza se siente así como se siente, el porqué existe un “yo” en una experiencia subjetiva.
    • Me gustó mucho la comparación que Hofstadter hace del cerebro y las colonias de hormigas, y como surge la “inteligencia” en dichas colonias. Que una sola hormiga solo tiene algunos miles de neuronas y no puede tener la información suficiente de la estructura y finalidades del hormiguero. Lo mismo con nuestro cerebro, una sola neurona no tiene un recuerdo o toma alguna decisión, sino que es la red neuronal, con diferentes tipos de células las que potencian toda su capacidad que da origen a la conciencia.
    • La conciencia aporta mucha flexibilidad al comportamiento humano, una gran ventaja sobre lo que, alternativamente, pudiera aportar el más sofisticado robot.
    • Existe una posibilidad de que la mecánica cuántica y sus leyes físicas influyan en el funcionamiento del cerebro humano, a través de los microtúbulos que están dentro de las dendritas de la célula nerviosa. Formados por las tubulinas, y entre estas hay proteínas (MAP) que las conectan, es decir que cada proteína que forma cada microtúbulo puede estar en una superposición cuántica, con dos configuraciones. Se podría pensar que las proteínas son demasiado grandes y con millones de átomos para que inmediatamente sucediera una decoherencia cuántica. Pero recientemente ha aparecido la computación cuántica topológica, que puede eliminar por si sola la decoherencia del sistema de muchos microtúbulos. Si esto fuera real, imagínense nuestro cerebro unido cuánticamente a la materia de todo el universo, desde el mismísimo Big Bang, ¡suena a locura total!. Sin embargo, ningún experimento ha demostrado hasta ahora signos inequívocos de manifestaciones cuánticas en el cerebro.
    • ¿Se logrará en un futuro el objetivo último de la inteligencia artificial, es decir obtener una máquina que tenga una inteligencia de tipo general similar a la humana? Yo lo dudo, pues es tal la complexidad del cerebro humano del que emana la mente y conciencia, que hacer que un ente artificial lo emule en todas sus facetas: redes neuronales enormes; efectos hormonales; experiencia con su entorno e; información genética necesaria. Que incluso cree significados y analogías, se me antoja casi imposible. Por ejemplo, hasta hoy ninguna máquina ha pasado el test “ Koch y Tononi” de reconocimiento e interpretación de patrones aleatorios. Sin embargo, la I.A. es y será una herramienta invaluable en el avance tecnológico de la humanidad (y probablemente en su auto destrucción también).
    • Otra interesante conclusión de la ciencia de la conciencia es que esa sensación intuitiva que tenemos, de que existe un “yo” ejecutivo que se sienta en el centro de control del cerebro, observando las pantallas de nuestros sentidos y presionando los botones de nuestros músculos, es una ilusión. Resulta ser que la conciencia consiste en un torbellino de eventos distribuidos a lo largo y ancho del cerebro. Estos eventos compiten por atención, y en la medida que un proceso se destaca más que otros, el cerebro racionaliza los resultados después del suceso y confecciona la impresión de que un “yo” único estuvo a cargo todo el tiempo. El “yo” que creamos par cada uno de nosotros es el paradigma de la realidad percibida o inventada y desempeña tan bien la función de explicar nuestro comportamiento que se convierte en el eje alrededor del cual parece girar el resto del mundo. Pero esa noción del “yo” es una mera forma abreviada de referirnos a un inmenso enjambre de actividad, cuyo detalle, necesariamente, ignoramos.

    • Daniel Siegel definió la mente como un proceso físico, resultado de la actividad del cerebro, que controla el flujo de energía e información entre el sistema cerebro-mente, en un lazo cerrado, en el cual las sinapsis de la red neuronal crean y soportan la mente y la conciencia, y éstas últimas modifican muy lentamente, siguiendo las leyes de la evolución, la configuración del cerebro, de una forma que aún no comprendemos totalmente.
    • Que si alteramos el cuerpo humano, como por ejemplo, con la privación del sueño, un ayuno prolongado, la privación de oxigeno al organismo o de un accidente traumático, alteramos profundamente la conciencia o alma del individuo. Es decir, que están íntimamente relacionados y dependientes.

Finalmente, y después de haber leído y visto con atención las referencias citadas, y tratado de comprender los misterios de la conciencia, llego a la conclusión, debido a su complejidad e importancia, de que no hay una sola definición para ella. Se pueden dar distintos enfoques para definir este complejo ente. Los comparto a continuación.

    • Desde un enfoque de las leyes físicas, la mente es: “Un proceso integrado, resultado de la actividad fisicoquímica de la parte posterior de la corteza cerebral, que controla el flujo de energía e información entre el sistema cerebro-mente, en un lazo cerrado, en el cual las sinapsis de la red neuronal crean y soportan la mente, formada por infinidad de fuerzas causales jerarquizadas en cuya cúspide se encuentran las ideas. La mente, expresando e intercambiando ideas mediante el lenguaje, ha ido modificando muy lentamente, siguiendo las leyes de la evolución, la configuración del cerebro, de una forma que incrementa nuestras posibilidades de supervivencia y desarrollo”.
    • Desde en punto de vista biológico, desde la concepción del ser humano, la conciencia aparece, espontáneamente, cuando el cerebro alcanza la complejidad necesaria, después de los seis meses luego de la gestación, pues antes sólo el tronco cerebral controla las funciones vitales no conscientes, y da lugar a un enjambre de sensaciones, emociones, respuestas y temores, es decir, una pequeña mente . Y esa conciencia es pequeña y primitiva, conforme madura su corteza cerebral, empieza a crecer y enriquecerse, a partir de, principalmente, la creciente complejidad de las redes neuronales de su cerebro, los efectos hormonales y la experiencia con su entorno, todo ello de acuerdo a la información almacenada en los genes. Durante la vida de la persona la conciencia va cambiando constantemente, no es un ente fijo e indivisible.
    • Desde la misma referencia biológica, pero ahora en la muerte del individuo, me aventuro a manifestar que el alma y el cuerpo siguen caminos paralelos hacia la extinción, es decir, cuando el cuerpo y el cerebro van muriendo, la conciencia o alma se va perdiendo hasta dejar de ser generada por éste último, y finalmente desaparecen el control de las funciones vitales del cuerpo. Tal vez queden destellos de esa conciencia en los cerebros de sus seres más allegados, que se manifiestan en forma de recuerdos, sentimientos, actitudes y conductas.
  1. Referencias.



Luis Fernando Lapham Cárdenas
@lapham25
Maestro en Ingeniería y Profesor retirado
Enero de 2020